miércoles, 27 de marzo de 2013

Reforma Financiera


La reforma financiera anunciada por el presidente Enrique Peña Nieto busca aumentar el flujo de crédito para impulsar el crecimiento económico de México. Mayor volumen de crédito con mayor profundidad, capital sólido en la banca comercial y menor regulación en la banca de desarrollo.
La “reforma” llevará a cabo modificaciones en tres aspectos principalmente:
1.- Se tiene la idea generalizada que la banca comercial no está prestando lo suficiente y que el índice de capitalización; que valora el volumen de activos en riesgo (crédito y préstamos principalmente), que se financian con recursos propios del banco y de terceros sea realmente sólido y confiable; además de que se cumpla con las reglas de Basilea III.
2.- Se busca tener uniformidad y eficacia en las sanciones que prevén las diferentes leyes; evitando redundancias y disposiciones que no vayan en el mismo sentido.
3.- Se busca la transformación de la banca de desarrollo para procurar el desarrollo regional e impulsar a las pequeñas y medianas empresas.
La banca de desarrollo se encuentra sobrerregulada de ahí la explicación del elevado nivel de capitalización de dicha banca: 19% en promedio, superior incluso, a la banca comercial que registra en promedio un índice de capitalización de 15 por ciento. La banca de desarrollo está atada con una camisa de fuerza que se pretende modificar.
Por lo demás se espera que estas reformas permitan a Banobras desarrollar un mejor papel en cuanto al flujo de crédito a los estados y municipios; Nafin se mantendrá como banca de segundo piso, buscando nuevas opciones para que apoye a medianas y pequeñas empresas; Bancomext tendrá que convertirse en un verdadero apoyo al sector externo; y Bansefi se mantendrá como puntal de la cultura del ahorro.

martes, 19 de marzo de 2013

La nueva Banca central


El marco conceptual de la política monetaria se ha venido modificando radicalmente con la irrupción de  la crisis financiera de 2009. La función tradicional de los bancos centrales de estabilizar las expectativas de inflación y evitar la creación de dinero con objetivos políticos, se modificó a raíz de que la burbuja financiera estallará.
     La doctrina que se había construido alrededor de los bancos centrales; particularmente en cuanto a los instrumentos de que disponían, se consideraba uno de los grandes logros de la profesión. Las medidas heterodoxas buscan ahora recuperar la estabilidad financiera y evitar una grave depresión económica en las economías altamente endeudadas; transgrediendo los límites de la política monetaria. Los objetivos “alternativos” como la tasa de crecimiento del PIB nominal “sensibiliza” a la política monetaria a considerar el nivel de la actividad económica; por ejemplo.

     Anterior a la crisis, la política monetaria tuvo éxito en controlar los precios de los bienes de consumo, más no los precios de los activos; en realidad esto resultaba prácticamente imposible. Ahora, la enorme liquidez inyectada en las economías no resuelve los problemas de fondo ya que las empresas con la facilidad del financiamiento pueden continuar sus actividades aunque no sean eficientes.

     Lo más grave es que la abundancia de fondos genera flujos de capital hacia los mercados internacionales en busca de mayor rentabilidad, desestabilizando otros países  y distorsionando sus políticas cambiarias. El mal que se puede generar sería de consecuencias impredecibles si no se implementa una “estrategia de salida” a medida que las mayores cantidades de liquidez inyectada se vayan traduciendo en mayor gasto.

     Estos nuevos riesgos están modificando la concepción que teníamos de la banca central en cuanto a la concepción y ejecución de la política monetaria. Una vez más las crisis generan cambios de paradigmas para resolver nuevos problemas.