miércoles, 17 de abril de 2013

Persecución Bicentenaria


La historia de nuestra Constitución Política ha sido lo que Sergio Ramírez denomina “una persecución que no termina”.  La persecución que se da entre el modelo ideal plasmado en la Carta Magna pretendiendo alcanzar a la realidad que no se deja atrapar tan fácilmente.
         Con el surgimiento de la independencia de nuestro país, el modelo que se adoptó tomó sus elementos principales de dos hechos fundamentales: el nacimiento de los Estados Unidos de América que dio como fruto una Constitución democrática, de equilibrios institucionales y de separación de poderes –que probó gran eficiencia-; y el de la Revolución Francesa, que trajo la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
Pero en el caso de nuestro país, así como de muchos otros de la región, se han obtenido resultados deficientes al pretender acercar  lo real a lo ideal. La realidad múltiple y contradictoria compuesta por capas geológicas sociales que deriva en una convivencia muy particular; que pasados dos siglos parece alejarse cada vez aún más; mantiene el ideal de someter todo al imperio de la ley muy lejano aún.

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