Fuente: “Trazando el rumbo: Proceso de reflexión crítica de la realidad”, de la IBERO Ciudad de México.
Breves textos sobre
distintos tópicos que prepararon académicos de la Universidad. La intención es
que su lectura detone la reflexión y el análisis crítico para vincularnos aún
más con la realidad y proponer acciones transformadoras.
Una reflexión en torno a la economía mexicana
Javier Cervantes González
Pablo Cotler Avalos
Isidro Soloaga
Graciela Teruel Belismelis
I. Caracterización del problema
México es un país caracterizado
por una gran población en situación de pobreza. Hoy, aproximadamente uno de
cada dos mexicanos vive en esta condición y cada uno de diez vive en pobreza
extrema. Desafortunadamente, esta situación parece ser una condición
estructural que se ha venido acumulando y enquistando en nuestra sociedad y de
la cual parece difícil escapar.
Adicionalmente, los resultados de un estudio reciente
muestran que el 75 por ciento de la población mexicana ha estado en condición
de pobreza al menos una vez en los últimos 12 años. Esto es indicativo de la
enorme persistencia de la pobreza y de la vulnerabilidad que enfrenta una gran
mayoría de la población.
Parte del problema es que el muy bajo crecimiento
económico del país (1.2 por ciento anual per cápita en promedio en los últimos 20
años) no ha permitido un incremento del poder adquisitivo del ingreso. Además,
el poder adquisitivo de los hogares se ha visto minado drásticamente durante la
crisis económica de 1994, en 2007 con el alza en los precios internacionales de
los alimentos y en 2009 a raíz de la crisis financiera internacional.
La pobreza, sin embargo, no es el único problema que
desafía a nuestro país. Impera en México una enorme desigualdad que conduce a que
esté considerado como uno de los países con la mayor inequidad en el mundo. A
modo de ejemplo, el 10 por ciento más rico se queda con el 40 por ciento del
ingreso y, mientras que un mexicano está entre los cinco hombres más ricos del
mundo y otros 30 poseen una fortuna superior a los mil millones de dólares, una
fracción considerable de la población no accede a un nivel de vida que
garantice un mínimo de bienestar razonable.
Sin embargo, la desigualdad no se limita al ingreso,
también hay desigualdad en las oportunidades y capacidades para salir adelante,
así como desigualdades profundas en las condiciones de vida. Hoy, la gran
mayoría de la población no tiene acceso a seguridad social, no está protegida
ante choques adversos a sus ingresos, no tiene acceso a una pensión, etc. Y si
bien parece haberse alcanzado una muy amplia cobertura de servicios de salud,
la calidad de estos deja mucho que desear. Mientras que unos cuantos pueden
atenderse en hospitales comparables a los del primer mundo, la gran mayoría
asiste a centros de salud sin especialistas, mal equipados, con escasez de
medicamentos y sufren largas horas de espera. Una situación similar ocurre en
el caso de la educación. Más aún, estas desigualdades se agudizan entre
subpoblaciones y regiones. Así por ejemplo, mientras que el porcentaje de la
población menor a cinco años de edad con baja talla es de 2 por ciento a nivel
nacional, entre la población indígena este porcentaje alcanza 33 por ciento.
II. Por qué estamos como
estamos
Los altos y persistentes niveles
de pobreza y desigualdad y el bajo crecimiento económico se expresan en el
ámbito de los hogares (bajos ingresos, desigualdad de oportunidades, limitado
empoderamiento, vulnerabilidad, etc.), pero responden a causas derivadas del
contexto institucional. El Estado no sólo no cumple la tarea de compensar las
desigualdades existentes sino que, por el contrario, los procesos de toma de toma
de decisión de las políticas públicas así como las formas en las que se agregan
los intereses de distintos grupos de ciudadanos refuerzan la transmisión
intergeneracional de la desigualdad y la vulnerabilidad a la pobreza.
Las características actuales de la estructura fiscal, la
baja capacidad para regular a las estructuras monopólicas a favor de los
consumidores (que se evidencia por ejemplo en lo que acontece en los mercados
de telecomunicaciones o de harina de maíz), las reglas de juego poco
transparentes (que se evidencia por ejemplo en la baja imparcialidad que hay al
ejecutar las leyes) y la escasa respuesta a las demandas de las y los
ciudadanos ante actos de corrupción, se encuentran entre las principales
razones que explican nuestra mala situación económica.
En la raíz de estos problemas se encuentra que la cadena
de delegación democrática no funciona bien en México. Esto se hace evidente en:
a) la presencia extendida del clientelismo político, mecanismo por el cual el
funcionario entrega prebendas a ciertos ciudadanos a cambio del apoyo político o el voto; b) la
captura del Estado, en la que algunos funcionarios públicos representan los
intereses particulares de individuos o grupos económicos, como se evidencia en
ciertas asignaciones presupuestarias (sector agrícola y energético, por
ejemplo) y en la regulación de ciertos sectores (telecomunicaciones, por
ejemplo); c) la corrupción, definida como aquella situación en la cual el
funcionario público actúa discrecionalmente para favorecer a ciertos agentes
económicos a cambio de dinero y cuya presencia se ha hecho sistémica, y d) una
consecuente debilidad institucional con bajo compromiso ciudadano, surgiendo
este último por experiencias en las cuales las relaciones sociales y la
proximidad con el poder resultaron más útiles que los procesos formales para
acceder a los bienes y recursos públicos.
En este marco de instituciones débiles, la desigualdad en
el poder de influir sobre las decisiones de política pública y sobre el
funcionamiento de los mercados genera un proceso de crecimiento lento y
desigual, el cual cierra el círculo vicioso al perpetuar instituciones débiles
y desiguales.
III. ¿Qué hacer?
Considerando el
diagnóstico antes hecho, atender esta problemática pasa en lo económico por: a)
generar un crecimiento económico incluyente, alto y sostenido; b) generar un
sistema de protección social que logre atenuar los impactos adversos propios
del ciclo de vida y de las fluctuaciones macroeconómicas sobre el bienestar de
las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad; c) diseñar una nueva
arquitectura de la política social que logre ir combatiendo las fuentes de
desigualdad. La evidencia internacional sugiere que alcanzar estos objetivos no
es fácil ni se logra rápidamente. Y a pesar de las resistencias e inercias que
hay para alterar el statu quo, hay
ejemplos tanto en el sector privado como público que muestran la posibilidad de
cambios conducentes a alcanzar los objetivos antes trazados.
Un primer ejemplo lo encontramos en el sector financiero
con la cada vez mayor presencia que tienen las sociedades cooperativas de
ahorro y préstamo en el país. La importancia de estas es digna de destacarse
pues es, en general, un modelo organizacional distinto al tradicional, que ha
mostrado su sostenibilidad financiera y que de manera gradual se están
convirtiendo en un ejemplo de que sí es viable ofrecer servicios financieros
acordes con las necesidades y características de las grandes mayorías de la
población.
Un segundo ejemplo lo constituye la puesta en marcha del
Seguro Popular. Esta institución está permitiendo a la población que labora de
manera informal o que son autoempleados tener acceso a servicios de salud. Si
bien hay aún problemas de calidad en el servicio que ofrece, es un paso
importante para ir reduciendo algunas de las carencias más sentidas que tiene
la población pobre.
Finalmente, es importante señalar como una posible
transformación en curso a las modificaciones en el diseño y forma de operar de
los programas sociales que fomentan opciones productivas. Antes la meta era
ofrecer el subsidio, ahora se busca que los programas tengan en su diseño una
visión territorial, fomenten formas asociativas entre los productores y se dé
especial énfasis en la viabilidad comercial de los emprendimientos.
La complejidad de los problemas por resolver hace
necesaria la participación activa de la Universidad en la condena a la
impunidad y en la búsqueda de instrumentos que permitan erradicarla. Asimismo,
es necesario que se redoblen esfuerzos en las labores de investigación con
rigurosidad académica y pertinencia social. Es así como desde la academia se
podrá coadyuvar a la elaboración de una política económica más eficaz y
eficiente en la resolución de los problemas señalados en la primera sección.
Lecturas recomendadas:
Coneval (2014), “Informe
de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en México 2014”.
Coneval (2012), Medición
de la Pobreza en México y en las entidades federativas”.
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