jueves, 9 de mayo de 2013

Economía de la emoción


En el mundo global en el que vivimos, las transacciones económicas  cada vez más, se están convirtiendo en transacciones emocionales. Ejemplos de esto son Apple y Facebook, ya que no venden productos o servicios, sino que son marcas que son elegidas por las emociones que provocan. (Carlos Sánchez Olea, El País, 21/IV/13).
         Las emociones son esenciales en las decisiones. Por ello es necesario instrumentar un método riguroso e integral para administrar cualquier tipo de marca  que ponga a las emociones  en el centro del management y a los valores y conductas en motores de la nueva economía. Para la gestión por convencimiento se deben de incorporar variables  que añadan  eficiencia, coherencia, consistencia,  credibilidad; y sobretodo confianza al comprador; reuniendo todos los elementos clave que conforman la imagen de la empresa. Esto implica cambios que afectan a competencias nuevas de la organización, la transformación de sus objetivos estratégicos,  la forma de competir, los elementos de gestión a considerar, la segmentación de los grupos de interés, la incorporación del ámbito emocional a la estrategia, el tipo de comunicación a realizar, la consideración de sus riesgos, entre otros.
         En este nuevo contexto de actitud y de elección de los compradores, la competitividad de una empresa es la capacidad de  provocar su elección.  Así los productos o servicios se convierten en un anhelo del espíritu por el contenido sensorial que la marca denota para su destinatario. Emocionar y convencer son las dos grandes tareas a realizar.

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