miércoles, 7 de agosto de 2013

La Mente del Experto


 
 
Debido a que la destreza en el ajedrez es fácilmente medible y de que se ha avanzado mucho en su cuantificación por segmentos, dividida en componentes -mucho más que en otros competencias-  generalmente se utiliza como prueba de laboratorio para analizar cuáles son los determinantes que convierten a unos jugadores en connotados expertos y a otros en jugadores promedio. Este juego-ciencia ha servido para probar diversas teorías de la ciencia cognitiva, como la que a continuación se describe.

         En un artículo publicado por  Philip E. Ross en la revista Scientific American nos muestra los recientes resultados de que los movimientos de los grandes maestros son producto de memoria específica.  Para acumular este cuerpo de conocimiento estructurado, los grandes maestros se aplican durante años a un estudio esforzado (effortful study); es decir se enfrentan día con día sin cesar a problemas que van algo más allá de su saber y competencia. De igual manera como hacen los músicos, deportistas y matemáticos para aumentar su pericia, motivados por la competencia y el gozo que proporciona la victoria.

Además, se comprueba  que los grandes maestros recurren a un nutrido repertorio de posiciones. Organizan la información en chunks (tacos o trozos de información), que se recuperan de la memoria a largo plazo y se manipulan en la memoria operativa. Igualmente se demuestra que los expertos se basan mucho más en conocimientos adquiridos y estructurados que en el análisis. El jugador no efectúa análisis más completos de las posiciones de las partidas que antes, sino que se apoya en un conocimiento mucho más amplio de las posiciones y de las estrategias. (memoria a largo plazo).

         Para alcanzar destreza o convertirse en experto parece que la motivación cuenta más que la capacidad innata. En la música, los deportes, el ajedrez y otros juegos, dominios todos ellos en los que la habilidad del sujeto se mide mediante competencias y no por credenciales académicas, se está llegando al profesionalismo a edades cada vez más tempranas, por la motivación de padres o incluso de familias enteras.

Es imprescindible el estudio esforzado, corroborando a la conseja popular. El jugador puede ser precoz en un inicio, pero el jugador experto no nace; el jugador experto se hace.

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