“El que puede
cambiar sus pensamientos, puede cambiar su destino”
Stephen Crane
A continuación, parte del artículo escrito por
Patricia Ramírez en la revista El País Semanal. (1/XII/13).
La resiliencia
se define como la capacidad de soportar los golpes y los avatares de la vida y
sobreponerse a las circunstancias. La persona resiliente sufre, siente y padece, pero no se recrea en estas
emociones, no se recrea en el dolor. Sino que lo interpreta como parte del
proceso.
Imagine la existencia como un
juego; un juego en el que parte de las reglas las escribe usted, pero otra
parte vienen determinadas. La definición que haga de cada piedra determina la
forma como se enfrenta o huye de ella. Si vemos la vida como ese lugar en el
que tiene que aprender a vencer obstáculos, luchar como un guerrero fuerte
contra los dragones, un tablero con pruebas de lógica y estrategia en las que
debe pensar para resolver las situaciones, seguro que será más atractivo que si
define las piedras como mala suerte, desgracias, o como algo dado en lo que no
puede intervenir.
La vida es un juego en el que
tiene que ganar; entendido este concepto como la capacidad de ir solventando
obstáculos, aprendiendo de los errores y de sus victorias, siendo feliz y
disfrutando de los detalles. Siempre hay oportunidades, pero se deben tener los
ojos bien abiertos para poder verlas. Su atención es como un faro que alumbra
en la oscuridad. Deje de enfocar a lo que no funciona, esto no le va a ayudar a
avanzar.
Es importante tener presente:
Aceptar la parte injusta de la vida. Todos vivimos alguna vez una
situación que no nos merecemos. ¿Qué hacer? La decisión inteligente es centrar
la atención en cómo puede actuar para sumar.
Valorar sus recursos y capacidades. Se percibirá como alguien
valioso si le da valor a lo que funciona, si en su memoria están más presentes
los éxitos que los fracasos. Tener un autoconcepto positivo da confianza y
autoestima. Reconozca y potencie sus fortalezas.
Cómo observa su potencial. A pesar de que el juego de la
vida le haya ganado una partida, quedan muchas por delante. Debe contemplarse
como alguien con capacidad para volver a superarse. ¿Por qué? Porque tiene capacidad de
aprendizaje. Los fracasos nos dicen cómo no hacer algo, pero no dicen
que no sea capaz de volver a intentarlo. Analice el error para aprender de él.
Solución de problemas. Las personas resilientes ven los problemas como
misterios a los que hay que dar salida. No son problemas que bloquean sus
vidas. Son enigmas, juegos y pruebas. Imagine que es otra persona, con una
manera distinta de observar el mundo… más positiva, más atrevida, más creativa. Intente buscar
propuestas desde ese punto de vista.
Diga adiós al victimismo. Los resilientes no se lamentan de su pasado, ni del que ellos
provocaron, ni del que fueron víctimas. Su pasado les sirve para analizar y
tomar decisiones, pero no para sufrir. Su atención está puesta en hoy, en qué
puedo hacer ahora para ser más fuerte, más feliz y para alcanzar mi objetivo.
Implicarse con responsabilidad. A principio de los años setenta,
Kobasa y Maddi definieron la personalidad resistente. Y una de sus virtudes era
la responsabilidad con lo que depende de uno mismo. Busque atribuir sus éxitos
y sus fracasos a variables internas suyas. Así sabrá qué tiene que repetir la
próxima vez que se enfrente a un reto y qué tiene que cambiar para mejorar ante
futuros problemas.
Comprométase. El compromiso es una de las características de los
resilientes. Depende de su escala de
valores, del respeto que tenga a su palabra. Pero también está vinculado a su
implicación, a cómo se involucra en sus obligaciones y en sus placeres. Tener
compromiso significa decir que va a hacer algo y hacerlo; tener palabra con uno
mismo y con los demás.
Ponga un ritmo diferente en su vida. Si se dedica a pasar por la vida
a toda velocidad, no será consciente de qué le está pasando, de qué puede
disfrutar ni de vivir en el presente. Querrá todo el rato buscar la felicidad
en el futuro, llegar a ese lugar en el que cree que será feliz. Pero la
felicidad está aquí, hoy, con usted y con todo su entorno. El presente es el
lugar en el que tiene margen de maniobra, no lo desprecie ni lo ningunee.
Observe la vida de forma positiva. Confíe en que la vida le
deparará momentos felices e involúcrese para conseguirlo. Puede dirigir su
cerebro, su mente, sus pensamientos, y orientarlo como un radar para buscar los
aspectos positivos. Su manera de pensar determina en gran parte cómo se siente
y las cosas que hace.
Buscadores de tesoros. La vida es un continuo desafío,
un lugar en el que aparecen oportunidades. Si se aferra a la idea de que hay un
tren y que si no se sube al vagón preferente perderá la oportunidad, se está
condicionando. La vida está llena de trenes, de todos los tipos y de todas las
clases; si no pasa hoy, será mañana. En alguno tiene que subirse, pero no hay
solo uno que si se le pasa, pierda la oportunidad. La vida ha dejado de tener
ese carácter de “para toda la vida”. Ahora se acepta el cambio, tanto en la
vida personal como en la profesional.
Enfrentarse en lugar de huir. Los resilientes postergan menos. ¿A qué le conduce postergar? A nada
positivo. Solo a que retrase la obligación, se sienta mal consigo mismo y le
aumente el nivel de pereza y ansiedad para resolver lo que tiene pendiente. Los
obstáculos se analizan, se solucionan, se saltan, pero no se evitan. Evitar no
es la solución, sino parte del problema y de su malestar.
Recuerde: la vida no le deja en el camino si Usted
no se lo permite.
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