Discurso pronunciado
en español por el
Presidente francés,
desde el balcón del
Palacio nacional de
México, dirigido hacia la
Plaza de la
Constitución llena, el
16 de marzo de 1964.
Mexicanos:
Traigo a México el saludo de
Francia:
Francia saluda a México, con amistad. Mi país ardiente,
soberbio y libre se siente atraído por el vuestro, libre, soberbio y ardiente.
No existe ninguna doctrina, ningún pleito, ningún interés, que nos opongan. Al
contrario. Muchas razones nos convidan a acercarnos.
Francia saluda a México con respeto. Sabemos qué grandiosos
orígenes americanos son los de vuestra nación. Sabemos con qué valor habéis
conquistado y mantenido vuestra independencia. Sabemos qué inmenso esfuerzo de
liberación del hombre y de desarrollo moderno representa vuestra revolución. Y
vosotros, mexicanos, sabéis cuánto los franceses, durante su larga y dura vida
de pueblo, han luchado por la libertad y la dignidad de los hombres. Sabéis
cómo, ahora ellos trabajan con sus manos, con su pensamiento y con su corazón
para elevar su país y para poder ayudar a muchos otros.
Francia saluda a México con confianza. El mundo en que
vivimos está en completa transformación. Pero también está amenazado de sufrir
pruebas espantosas. Desde luego, los problemas que se plantean a todos los
Estados se llaman el progreso y la paz. Para resolverlos no hay nada mas
importante que la cooperación de dos países como los nuestros, que ayer
escucharon el mismo ideal, que hoy siguen el mismo camino y que, para mañana se
sienten llamados a un mismo porvenir.
He aquí, pues, lo que el pueblo francés propone al pueblo
mexicano: Marchemos con la mano en la mano y ¡Viva México!
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