viernes, 20 de septiembre de 2013

15 de Septiembre de 2008



Esta fecha quedó grabada en la historia económica reciente como el inicio de la gran crisis económico y financiera más grande de los últimos tiempos. El gigante de banca de inversión Lehman Brothers, hasta el “cuello” de deuda basura protagonizo en ese día la mayor quiebra de la historia. (Meses atrás Bear Sterns había quebrado pero fue rescatada meses después; caso contrario a lo que ocurrió con Lehman Brothers).

          La salida de la crisis a cinco años de su inicio formal, parece vislumbrar una recuperación titubeante. La explicación de lo acontecido, - una mezcla de múltiples factores, contempla entre otros: concesión de préstamos por parte de los bancos a clientes que no calificaban, pobre clasificación por parte de las agencias que califican la deuda, una regulación financiera muy relajada y un ambiente volcado a excederse en créditos: dinero fácil que condujo a la formación de la burbuja hasta explotar.

          Siendo la desregulación uno de los factores principales causantes de la catástrofe, los responsables de ello debe atribuirse al proceso histórico que se vino desarrollando desde la era de Ronald Regan y que culminó con Bill Clinton; al derogar la Ley Glass-Steagall que desde 1933 separó las actividades de la banca de inversión de la banca comercial para evitar que se produjera un colapso bursátil como el de 1929.

          Con Bill Clinton se crearon nuevas leyes que desregularon los contratos de futuros y forzaron a los bancos a conceder préstamos a propietarios con un pobre historial crediticio. Alan Greenspan admitió que el principal error fue confiar que los bancos serían capaces de regularse a sí mismos.

          Como respuestas a la crisis tenemos la Ley Dodd-Frank, que consiste en reforzar la supervisión de las grandes entidades y obligarlas a elevar su nivel de capitalización. Sin embargo una nueva regulación financiera que obligue a los bancos ser más transparentes y a separar los negocios de los grandes bancos, va con enorme retraso.
          Las consecuencias económicas del colapso financiero son evidentes en todo el mundo por las cifras de desempleo, por la falta de perspectivas además de los costos individuales que todos tenemos que asumir.  Hoy en día, en unas cuantas palabras la estructura básica del sistema financiero sigue siendo la misma. Los activos están concentrados en bancos demasiado grandes para caer.

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