¿Qué es lo que se
necesita para ser extraordinario? La falta de talento natural es irrelevante
para el gran éxito. ¿El secreto? Práctica dolorosa y trabajo duro.
¿Qué hace que Tiger Woods sea
extraordinario? ¿Qué convirtió a Warren Buffet en el principal inversionista
del mundo? Creemos saberlo: cada uno tenía un talento natural y un don para
hacer exactamente lo que termino haciendo. Es un caso en un millón. O se tiene,
o no se tiene.
Bueno, amigos, no es tan sencillo. Para
empezar, uno no posee un talento natural para cierto empleo, porque los dones
naturales específicos no existen. No se nace director general o inversionista.
La
grandeza se logra sólo a través de una cantidad enorme de trabajo duro en el
transcurso de muchos años. Y trabajo de un tipo en particular que es exigente y
doloroso.
Buffet, por ejemplo, es famoso por su
disciplina y las horas que pasa estudiando estados financieros de blancos
potenciales de inversión.
La buena noticia es que la falta de
talento natural es irrelevante, el talento tiene poco que ver con la grandeza.
Usted puede convertirse en cualquier cantidad de cosas e incluso puede hacerse
a sí mismo extraordinario.
Expertos científicos han producido
hallazgos consistentes en una amplia variedad de áreas. Michael J. Howe, Jane
W. Davidson y John A. Sluboda concluyen: “La evidencia que hemos estudiado…no
apoya que la (noción de) sobresalir sea consecuencia de poseer dones innatos”.
En casi toda área de esfuerzo, la
mayoría de la gente aprende con rapidez al principio, luego con más lentitud y
luego deja de desarrollarse por completo. Sin embargo, unos cuantos sí mejoran
durante años y prosiguen para alcanzar la grandeza.
La pregunta es: ¿por qué? Las respuestas
comienzan con observaciones consistentes respecto a personas extraordinarias en
muchas áreas.
La primera conclusión es que nadie es
excepcional sin esfuerzo. No hay evidencia de desempeño de alto nivel sin
experiencia o práctica.
Así que la grandeza requiere mucho
trabajo duro. Sin embargo, no es suficiente, puesto que mucha gente trabaja
durante décadas sin acercarse a la grandeza. ¿Qué falta?
La
mejor gente en cualquier campo es quien dedica más horas a lo que los
investigadores llaman “práctica deliberada”. Es actividad diseñada para
mejorar el desempeño, que intenta alcanzar objetivos más allá de su nivel de
competencia, proporciona retroalimentación sobre resultados e involucra altos
niveles de repetición.
La evidencia parece estar a favor de la
práctica deliberada como fuente de desempeño excepcional. Sólo hay un problema:
¿cómo se practican los negocios? Muchos elementos de los negocios se pueden
practicar. Presentar, negociar, entregar evaluaciones, descifrar estados
financieros, todo eso se puede practicar.
Aun así, no son la esencia del gran
desempeño administrativo. Eso exige
emitir juicios y tomar decisiones con información imperfecta en un entorno
incierto, interactuar con la gente, buscar información. ¿Puede Usted practicar
esas cosas también?
Todo tiene que ver con cómo hace lo que
ya hace ahora, uno crea la práctica en el trabajo, lo que requiere unos cuantos
cambios críticos.
Para la mayoría de la gente, el trabajo
es suficientemente difícil. Esos pasos extra son tan difíciles que casi nunca
se hacen. Así es como debe ser. Si el gran desempeño fuera fácil, no sería poco
común. Aunque los expertos comprenden sobre la conducta que produce un gran
desempeño, entienden muy poco sobre dónde proviene esa conducta.
Noel Tichy, profesor de la escuela de
negocios de la Universidad de Michigan, lo expresa así después de 30 años:
“Algunas personas están mucho más motivadas que otras y ésa es la pregunta
existencia que no puedo responder, por qué”?
La realidad es que no somos rehenes de
algún nivel naturalmente otorgado de talento. Podemos hacer de nosotros mismos
lo que queramos.
Tal vez no podemos esperar que la
mayoría de la gente alcance la grandeza. Sencillamente, es demasiado exigente.
No obstante, la noticia sorprendente y liberadora es que la grandeza no está
reservada para unos cuantos predeterminados. Está diponible para Usted y para
todos.
Autor:
Geoffrey Colvin.
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