Unos
fragmentos del discurso que pronunciara el Presidente de Chile, Salvador
Allende Gossens el 2 de diciembre de 1972, en la Universidad de Guadalajara, México.
Memorable discurso -considerado por muchos- como de los mejores discursos en la
historia de América Latina. En el cuarenta aniversario luctuoso del Compañero Presidente:
“…Y
porque una vez fui universitario, hace
largos años, por cierto -no me pregunten cuántos-, porque pasé por la
universidad no en búsqueda de un título solamente: porque fui dirigente
estudiantil y porque fui expulsado de la universidad, puedo hablarles a los
universitarios a distancia de años; pero yo sé que ustedes saben que no hay
querella de generaciones: hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, y en éstos me
ubico yo.
“Hay
jóvenes viejos que comprenden que ser universitario, por ejemplo, es un
privilegio extraordinario en la inmensa mayoría de los países de nuestro
continente. Esos jóvenes viejos creen que la universidad se ha levantado como
una necesidad para preparar técnicos y que ellos deben estar satisfechos con
adquirir un título profesional. Les da rango social y el arribismo social,
caramba, qué dramáticamente peligroso, les da un instrumento que les permite
ganarse la vida en condiciones de ingresos superiores a la mayoría del resto de
los conciudadanos.
“Y
estos jóvenes viejos, si son arquitectos, por ejemplo, no se preguntan cuántas
viviendas faltan en nuestros países y, a veces, ni en su propio país. Hay
estudiantes que con un criterio estrictamente liberal, hacen de su profesión el
medio honesto para ganarse la vida, pero básicamente en función de sus propios
intereses.
“Allá
hay muchos médicos -y yo soy médico- que no comprenden o no quieren comprender
que la salud se compra, y que hay miles y miles de hombres y mujeres en América
Latina que no pueden comprar la salud; que no quieren entender, por ejemplo,
que a mayor pobreza mayor enfermedad, y a mayor enfermedad mayor pobreza y que,
por tanto, si bien cumplen atendiendo al enfermo que demanda sus conocimientos
sobre la base de los honorarios, no piensan en que hay miles de personas que no
pueden ir a sus consultorios y son pocos los que luchan porque se estructuren
los organismos estatales para llevar la salud ampliamente al pueblo.
“De
igual manera que hay maestros que no se inquietan en que haya también cientos y
miles de niños y de jóvenes que no pueden ingresar a las escuelas. Y el
panorama de América Latina es un panorama dramático en las cifras, de su
realidad dolorosa.
“Llevamos, casi todos
los pueblos nuestros, más de un siglo y medio de independencia política, y
¿cuáles son los datos que marcan nuestra dependencia y nuestra explotación?
Siendo países potencialmente ricos, la inmensa mayoría somos pueblos pobres”.
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